Jamás florecieron tantas flores en otoño como ayer

Jamás florecieron tantas flores en otoño como ayer

Flores de Coín

Este artículo se escribió originalmente el 22 octubre 2012

Hasta ayer noche no entendí de verdad el significado de este cuento que tantas veces ha contado mi amigo y compañero de Coiniñ@s, en las muchas contadas de Cuentacuentos que hemos hecho juntos.

Es un cuento que llega hasta el alma, siempre y cada vez que se cuenta, pero que ayer, para mi tuvo mucho más sentido aún, me enseño mucho más, que las palabras pueden encerrar muchas más cosas incluso de las que leemos entre lineas y aún más las acciones de las personas, que por mucho que nos parezcan no tener ningún sentido, pueden conseguir cosas maravillosas.

Este es el cuento…

“Había una vez un hombre que subía cada día al autobús para ir al trabajo. Una parada después, una anciana subía al autobús y se sentaba al lado de la ventana.

La anciana abría una bolsa y durante todo el trayecto, iba tirando algo por la ventana. Siempre hacía lo mismo y un día, intrigado, el hombre le preguntó qué era lo que tiraba por la ventana.
– ¡Son semillas! – le dijo la anciana.
– ¿Semillas? ¿Semillas de qué?
– De flores… es que miro afuera y está todo tan vacío… Me gustaría poder viajar viendo flores durante todo el camino. ¿Verdad que sería bonito?
– Pero las semillas caen encima del asfalto, las aplastan los coches, se las comen los pájaros… ¿Cree que sus semillas germinarán al lado del camino?
– Seguro que sí. Aunque algunas se pierdan, alguna acabará en la cuneta y, con el tiempo, brotará.
– Pero…tardarán en crecer, necesitan agua…
– Yo hago lo que puedo hacer. ¡Ya vendrán los días de lluvia!

La anciana siguió con su trabajo… Y el hombre bajó del autobús para ir a trabajar, pensando que la anciana había perdido un poco la cabeza.

Unos meses después, yendo al trabajo, el hombre, al mirar por la ventana, vio todo el camino lleno de flores… ¡Todo lo que veía era un colorido y florido paisaje!

Se acordó de la anciana, pero hacía días que no la había visto. Preguntó al conductor:
– ¿Y la anciana de las semillas?
– Pues, ya hace un mes que murió.

El hombre volvió a su asiento y siguió mirando el paisaje. Las flores han brotado, se dijo, pero ¿de qué le ha servido su trabajo? No ha podido ver su obra.

De repente, oyó la risa de un niño pequeño. Una niña señalaba entusiasmada las flores…- ¡Mira, papá! ¡Mira cuántas flores!

¿Verdad que no hace falta explicar mucho el sentido de esta historia?

La anciana de nuestra historia había hecho su trabajo, y dejó su herencia a todos los que la pudieran recibir, a todos los que pudieran contemplarla y ser más felices.

Dicen que aquel hombre, desde aquel día, hace el viaje de casa al trabajo con una bolsa de semillas que va arrojando por la ventanilla.”

Yo, tampoco entendí muy bien las cosas que hacía, hasta que la noche del sábado y ayer domingo, vi germinar miles de flores de golpe, todo a mi alrededor eran flores bonitas, de todos los colores, de todos los olores, de todas las formas imaginables y todas, las había plantado una ÚNICA mujer, que nunca le importó plantar semillas, hacer el bien, sin saber si sería bien recibido o utilizado, si lo podría disfrutar  o no, “ella hizo lo que podía hacer”, luego llegó la lluvia,…

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